Según las acciones que realice el conductor, el embrague puede verse más daño o menos. Por ello, es muy importante conocer cuáles son los errores que cometemos en su utilización. Los principales fallos son mantener el embrague pisado después de haber cambiado la marcha a otra y hacer un uso incorrecto del mismo.

Por uso incorrecto podemos entender:

• No utilizarlo suavemente, acentuando su deterioro.

• No utilizar el freno de mano en los aparcamientos en pendiente, provocando un mayor desgaste de la pieza.

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¿Cómo sabemos si el embrague está dañado?

Es bastante fácil notarlo, ya que existen en dos casos donde se nota mucho su daño. Al estar parado el coche en una cuesta y realizar la maniobra de soltar el embrague y acelerar a la vez. Si este no es capaz de moverse hasta que soltemos del todo el embrague, se debe a que el embrague patina, es decir, está girando más de lo que debería y no puede transmitir la fuerza neccesaria a las ruedas.

El otro caso se trata de notar distintos rasguños al realizar distintos cambios, lo que provoca que sea difícil cambiar de marcha. Seguramente, el embrague se encuentre desgastado y por ello, no funcione correctamente.