A día de hoy todos los motores diésel del mercado incorporan un turbo y cada vez más, también, los motores de gasolina. Ya que esta solución permite obtener mayores prestaciones sin que el consumo se dispare.
El problema es que la turbina que hace funcionar el sistema de el sistema funciona a un alto régimen de revoluciones y alcanza temperaturas muy altas por lo que es frecuente sufrir averías si no le prestamos la atención adecuada.